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edad 91

Hermana Mary Timothea fue una Hermana de la Misericordia durante 73 años. Una cosa que se recordará de Hermana Mary Timothea es su hermosa sonrisa. Durante los últimos años, ésa era su forma de comunicar que reconocía a alguien o su felicidad por algo. Tenía sonrisas especiales cuando la saludaban en su cumpleaños o en el día de San Patricio, cuando la comunidad le daba una serenata con «Peggy O’Neill».

Ingresó en las Hermanas de la Misericordia en septiembre de 1948. Al mismo tiempo de completar el noviciado y el juniorado, obtuvo una licencia en educación secundaria en Our Lady of Cincinnati College y posteriormente una maestría en educación en la Universidad Xavier.

Enseñó en primaria y en los grados intermedios y superiores de 1962 a 1965. A continuación, se convirtió en la directora de la Escuela Saint Richard de Chichester. Durante todos los años que estuvo allí, excepto los últimos cuatro, también enseñó el octavo grado. Muchos de los que la conocieron en Saint Richard la recuerdan con cariño. Siempre preguntaban por ella y tenían cosas muy amables que decir. Luego se trasladó a la Escuela Secundaria McAuley, donde enseñó teología durante muchos años. Finalmente, el Padre George Kunkel la invitó a hacer pastoral con los ancianos en San Martín de Tours. Era conocida por trabajar con los ancianos todo el día, y luego volver a casa para hacer llamadas a quienes no tenía tiempo de ver. Era otro escenario en el que era muy querida.

Se trasladó al convento McAuley en 1965 y vivió allí el resto de sus días. Cuidó de su madre durante años, llevándola a misa los domingos por la mañana. Estaba muy unida a sus hermanas Colleen y Eileen y a sus hijos. Le gustaba jugar bridge, estaba muy interesada en la historia y en visitar lugares históricos. Por muchos años formó parte de un grupo que asistía a la liturgia y a la cena en el convento McAuley, Oakwood, todos los jueves por la noche. Hermana Mary Timothea siempre estuvo dedicada a la comunidad McAuley.

En los dos últimos años que trabajó en Saint Martin, empezó a volverse olvidadiza. A diferencia de muchas personas con demencia, era muy consciente de que las cosas no estaban bien. Le costaba encontrar las llaves o recordar lo que tenía que hacer. El Padre George, párroco del lugar, pudo finalmente convencerla de que había llegado el momento de retirarse de su ministerio allí. Se celebró una maravillosa misa y cena en su honor. Finalmente, trabajó durante varios años como visitadora de pacientes en Llanfair y luego se jubiló formalmente en 2009.

Las personas que recuerdan a Hermana Mary Timothea piensan en ella como una persona tranquila y quizá algo retraída, aunque no tenía problemas para manejar a los chicos de junior high y chicas de high school. Muchos antiguos alumnos y feligreses preguntaban por ella a pesar de que llevaba 15 o 20 años alejada de esos ministerios.

Hermana Mary Timothea tenía una profunda espiritualidad y una especial devoción por la Santísima Virgen. La oración comunitaria y su propia vida de oración privada eran las partes más importantes de su día. Se sentía privilegiada por poder compartir su fe con quienes realizaba su ministerio, con su familia y con quienes ella vivía la comunidad. En sus últimos años, apenas podía comunicarse, aunque, cuando uno de sus sobrinos vino a visitarla hace unos años, casi milagrosamente le preguntó si todavía trabajaba en Red Wing Shoes. Aún trabajaba allí. Cuando llegaba gente que no veía habitualmente, se levantaba con frecuencia como si reconociera a la persona. Confinada a su silla de ruedas, parecía disfrutar de sus comidas, a veces incluso alimentándose con los dedos. Era infinitamente paciente y parecía estar cómoda y casi siempre contenta. Por supuesto, nadie sabrá nunca cuánto se dio cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Lo que sí sabemos es que fue un verdadero privilegio haberla conocido.