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Pensamientos de Cuaresma para el Miércoles de Ceniza

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Por Cynthia Sartor, Compañera en la Misericordia

La Cuaresma está por llegar. Es un tiempo de reflexión tranquilo y pacífico. Comienza con el sonido sobrio de las cenizas, frotadas delicadamente sobre nuestras frentes y termina con las flores de la primavera que llenan el aire con color, fragancia y sorpresa. Esta Cuaresma nos anima a dedicar nuestro tiempo para orar con las Obras Corporales de la Misericordia.

¿Es posible ver más allá de las palabras ordinarias que usamos y buscar un significado oculto? Las palabras definen y en algunas ocasiones limitan nuestra realidad. Cuando pensamos en el pan, imaginamos una hogaza de pan caliente salida del horno. Cuando pensamos en alguien que está desnudo, visualizamos a una persona que está sin ropa. Cuando pensamos en las personas sin hogar, a menudo se nos hace recordar de las familias que viven en refugios o del forastero con su ropa sucia y mal olor.

¿Podríamos desafiarnos e ir más allá de las palabras tradicionales que definieron nuestras realidades? ¿Podríamos liberarnos de lo convencional, de lo habitual, de lo usual y avanzar más allá de lo que hemos aprendido o memorizado con la intención de ver lo que Dios tiene en Su mente para que descubramos?

¿Nos es posible caminar las calles y los pasadizos de nuestra vida común y diaria, y hallar a quienes están sedientos de inspiración, hambrientos de compañía o tienen necesidad de que alguien les procure vestimenta con compasión y comprensión? ¿Sería concebible que podamos proveer un hogar a quienes necesitan sólo un lugar para descansar y ser aceptados? ¿Sería realmente posible que abramos nuestros ojos mañaneros y veamos a quienes están enfermos de corazón y precisan esperanza, a quienes se han encerrado en el odio a sí mismos y en la duda y requieren de amor y amistad, y a quienes cuyas fallas y trasgresiones necesitan ser perdonadas y enterradas?

Como Misericordia, tenemos el potencial de cambiar el mundo, de cuidar a empobrecidos, de reconfortar a quienes andan con tristeza, de ayudar al tímido y temeroso, de proveer a quienes necesitan inspiración y compañía. Darle atención a quienes fueron ignorados, de ver la inocencia y el humor en un día cualquiera, de brindar un lugar de paz a quienes tienen problemas, y de atender a quienes necesitan curación de su fatiga y sus incertidumbres.

Hagamos que las cenizas de este miércoles especial nos recuerden nuestro compromiso de trabajar con la Misericordia de la manera más habitual durante nuestra vida diaria. Y, como Catalina dijo: «Debemos ser lámparas brillantes, dando luz a todos a nuestro alrededor».