Si le hubiera sugerido a Scott Herman, un estudiante de Brooklyn College a fines de los años setenta, de que una monja católica tendría un papel significativo en su vida, él podría haber pensado que le estaba haciendo una broma. Pero la vida es impredecible y es justamente eso lo que sucedió.
«Mis 44 años de amistad con Hermana Camille D’Arienzo comenzó durante una clase que tuve en Brooklyn College en el año 1977. Apenas había acabado de cambiar mi carrera de Psicología a TV/Radio y fui muy afortunado de tener a Hermana Camille como mi profesora de la clase de Oratoria y Escritura para Radiodifusión. Decir que esa clase cambio mi vida sería una subestimación. Lo que encontré en Hermana Camille fue alguien que me dio su ayuda, una profesora que me inspiró y aplaudió mi trabajo en la emisora de radio de la universidad y me alentó para que hiciera de la radio el trabajo de mi vida.
A través de mis años universitarios pasé bastante tiempo con Hermana Camille. Visitaba su oficina para conversar, quejarme, recibir consejos y algunas veces para acompañar tanto a ella como a otras Hermanas de la Misericordia para llevar nuestros ministerios a los empobrecidos. Un caso en particular que se destaca en mi memoria fue el de un viaje a la ciudad de Nueva York en el día de Acción de Gracias, para llevar alimentos a las personas sin hogar en Bowery Mission. Hermana Camille fue mi maestra dentro y fuera del salón de clases.
Avance rápido a la actualidad … Hermana Camille fue y sigue siendo una comentarista de religión en la emisora 1010 WINS RADIO en la ciudad de Nueva York. Ella me recomendó para realizar mis prácticas en dicha emisora en 1978. Debido a su recomendación, aquella entrevista se convirtió en un trabajo como asistente de producción de noticias. Después, ese trabajo se convirtió en otro y de alguna manera logré pasar toda mi carrera de 39 años laborando para Westinghouse y CBS, recibí catorce promociones a través de los años que culminaron con mi nombramiento como director de operaciones en 2015.
¿Cómo le agradeces a la persona que siempre estuvo a tu lado, que te guio y compartió contigo todos los momentos más importantes de tu vida? Para mí, eso fue fácil… la ayudé con su trabajo de vida con mi tiempo y mi dinero. Cada año, cuando recibí mis bonos del trabajo, el primer cheque que escribí fue para las Hermanas de la Misericordia, en honor a Hermana Camille. Posteriormente, Hermana Camille y yo fundamos la Directiva Consultora de Noche con la Misericordia, de la cual somos copresidentes.
Por veinte años, bajo la Directiva Consultora se ha organizado una reunión anual de este evento que ha recaudado cerca de dos millones de dólares para las hermanas y sus ministerios; mi esposa y yo fuimos con orgullo, patrocinadores de Noche con la Misericordiacada año. Y ahora he incluido a las hermanas en mi testamento, y así, muchos años después que mi esposa y yo hayamos partido, nos hemos asegurado de que las hermanas no sean olvidadas; ellas obtendrán una parte de nuestros ahorros acumulados en nuestras vidas. Gracias a mi amistad con Hermana Camille, he tenido la suerte de conocer a muchas Hermanas de la Misericordia a través de los años y ver el buen trabajo que realizan y a la gente que ayudan.
En este mundo, en que a la gente le es difícil llevarse bien con los demás, es admirable de que una monja católica y un muchacho judío de Brooklyn pudieran formar este vínculo inquebrantable. Hermana Camille estuvo en nuestra boda, celebró los nacimientos de nuestros tres hijos y de su bar y bat-mitzvahs, se regocijó cuando nacieron nuestros nietos y lloró con nosotros en el fallecimiento de un ser querido. Hermana Camille es única y la quiero con todo mi corazón, al igual que toda mi familia».