Felices quienes son pobres de espíritu: Carta de Jesús
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Para Cuaresma este año hemos pedido a ocho hermanas y asociadas/asociados que reflexionen en las Bienaventuranzas y el modo en que podemos incorporar cada una en nuestro caminar personal de Cuaresma. Habrá más reflexiones publicadas el Miércoles de Ceniza, Domingo de Ramos, Jueves Santo y Pascua.
Por la Hermana Lillian Jordan
Amadas hermanas y hermanos:
Hace años apenas comenzaba mi vida pública, después de haber sido bautizado por mi primo Juan en el Jordán. Pedro, su hermano Andrés, y Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, habían respondido a mi llamado y lo habían dejado todo para acompañarme en mi misión de enseñar, sanar y predicar la Buena Nueva del reino de Dios.
Se había reunido una gran multitud curiosa por ver quién era yo y qué estaba haciendo. En respuesta, subí a una colina cercana y comencé a predicar. Deseaba tocar sus corazones y enseñarles sobre mi amor incondicional. Ansiaba mostrarles las actitudes del espíritu que podrían guiar sus vidas y traerles paz. El núcleo de mi sermón de aquel día, y el camino de la vida, han llegado a llamarse las Bienaventuranzas.
La primera, «Felices quienes son pobres de espíritu» es fundamental para el discipulado. Les llama a no considerar nada como propio, a vaciarse de egoísmo y, con sencillez y humildad, a reconocer que los dones que reciben son para compartirlos. Vivir bien la primera Bienaventuranza es volcar su corazón intencionalmente y en oración para que se llene de mi Espíritu, vivo y activo en ustedes, dándoles forma para que sean todo lo que pueden ser para mi pueblo, para todo el pueblo.
Ustedes viven en un mundo de oscuridad. Veo en los rostros de mi pueblo el dolor de su experiencia de pobreza, enfermedad, inequidad, división, violencia, privación de sus derechos e injusticias de todo orden. La preocupación por su casa común, Tierra y su desconsiderada devastación me desgarran el corazón. Cuento con que sean personas fieles a la misericordia, comprometidas con el diálogo en la oración y la acción creativa que sirva para llevar la luz que disipa la oscuridad.
Es mucho lo que se puede lograr para hacer una diferencia cuando trabajan en conjunto con otros para conocer la problemática local, nacional y mundial y actuar con coraje para lograr soluciones más justas. Como Hermanas de la Misericordia y personas asociadas, asociados, compañeras y colaboradores, ustedes han hecho mucho para abordar sus Asuntos Críticos. Les aliento a ser incansables en su celo para comprometerse diariamente con esta labor de llevar la sanación y la esperanza a un mundo herido.
Al emprender ustedes el camino de la Cuaresma, sepan que se sostendrán tiernamente en mi corazón y se fortalecerán por mi amor. Que vivan en la santa paradoja de saber que es en el vaciarse ustedes mismos por mi bien que se llenarán de la presencia y el poder de mi amor. Que nuestro viaje a la cruz de este año culmine con la gloriosa celebración de la Resurrección y la realización más profunda del Reino de Dios en medio nuestro.
Con amor,
Jesús