Por la Hermana Ana María Siufi
«El que estaba sentado en el trono dijo: Mira, yo hago nuevas todas las cosas. Y añadió: Escribe, que estas palabras mías son verdaderas y dignas de fe».
(Ap. 21,5)
En este tiempo de pandemia en que tenemos que soñar y preparar urgentemente un futuro alternativo, el Sínodo de la Amazonia realizado en octubre del 2019, tiene un mensaje muy importante para darnos.
Quizás sintamos que la Amazonia no se relaciona con nuestra realidad regional o local, pero creo que si vemos a la Amazonia como un «pulmón del planeta», el «corazón biológico» para la tierra cada vez más amenazada, porque se encuentra en «una carrera desenfrenada a la muerte»,* entonces, lo que se dice de los órganos se puede aplicar al organismo entero: a Gaia, la personificación griega para Tierra. Porque la Amazonia es una metáfora del mundo, este bioma simboliza a múltiples regiones que también sufren la globalizada depredación socio-ambiental.
Por ello puede ser muy orientador que todos profundicemos en los aportes y conclusiones del Documento Final del Sínodo Amazónico.
Inspirándose en el nuevo paradigma de la ecología integral asumido por Laudato Si’, el documento final propone: conversión integral (No. 18 y 19), conversión pastoral (No. 22), conversión cultural (No. 41, 55) y conversión ecológica (No. 66, 67).
Esta interrelación de conversiones (porque «todo está conectado»), desde distintos aspectos hacen referencia a la categoría de pecado ecológico es decir una acción u omisión (ecocida) que contamina y destruye, una ruptura relacional consciente con Dios y la Naturaleza que incluye a los seres humanos (yo mismo/a y los demás) y los seres no humanos. Elegir estar ciegos y sordos al grito de la Tierra y al grito de los pobres.
Las conversiones apuntan no sólo a lo personal sino también a lo comunitario, cultural, institucional-estructural convocadas a centrarse en una ética de amor, responsabilidad y cuidado de la naturaleza humana y no humana. Es un llamado a un cambio radical, a misericordiar los vínculos, a renunciar desde el corazón y con acciones cotidianas al sistema neoliberal explotador socioambiental basado en la mentira, el racismo, el patriarcado, la militarización, la tecnocracia, la manipulación mediática y el extractivismo-productivismo-consumismo-desechismo.
Conversiones que impulsen modelos culturales-económicos-políticos centrados en el cuidado de la vida y su madre Tierra, busquen la inclusión y la participación real, respeten la biodiversidad y la diversidad cultural, promuevan el espíritu comunitario, valoren lo local y la vida simple y austera, eliminen la espantosa desigualdad actual, defiendan la soberanía y seguridad alimentaria para todos y los derechos a la tierra, techo, trabajo, educación, salud y a vivir en paz.
Conversiones para salir del odio, la indiferencia, el egocentrismo, la mentira, la supremacía y la idolatría del dinero, eligiendo el amor, la autenticidad, el nosotros, la compasión, la equidad, la inclusión, el respeto a lo diverso, la interculturalidad, la paz.
«Busquen el bien y no el mal, para que tengan vida».
(Amos 5,14)