Por la Hermana Terry Kimingiri
Recientemente, participé en una caminata de apoyo a la campaña por los 16 días de activismo contra la violencia en base al género en Georgetown, Guyana. La caminata estaba destinada a preparar a la comunidad para una campaña internacional, que inicia el 25 de noviembre —Jornada Mundial contra la violencia hacia las mujeres en Latinoamérica— hasta el 10 de diciembre —Jornada Mundial de los Derechos Humanos—. Participarán en la campaña más de 6.000 organizaciones de 187 países. Marchamos para desafiar las normas culturales que toleran la violencia contra las mujeres y niñas.
Las mujeres y niños en Guyana, y en todo el mundo, sufren violencia doméstica en todas sus formas, incluso física, verbal, emocional, sexual, digital, financiera y de acoso, entre otras, así como violencia religiosa, económica, política e institucional.
Las mujeres o niños no acompañados, los niños bajo cuidado tutelar y las mujeres solas y que son cabezas de familia son blanco frecuente de violencia doméstica. Las mujeres en edad avanzada y las que tienen discapacidad física o mental también son vulnerables, como lo son las mujeres detenidas y en situaciones similares.
La sabiduría nos llama a acompañar a los pequeños a la escuela y a no dejar solos a los más vulnerables. La misericordia nos invita a evitar la cultura dominante del machismo, a obrar con justicia, a amar con ternura y caminar humildemente con nuestro Dios.
Las jóvenes y no tan jóvenes marcharon con afiches cuyos mensajes leían: «Sé un vencedor, elige vida, amor», «La vida es hermosa, valórala», «Cuando te enojes, no golpees», «Demasiados huérfanos, detén el suicidio» y «Detén las violaciones», por mencionar algunos.
Caminamos de manera pacífica por las calles de Georgetown escuchando música que aligeró nuestra caminata vespertina a pesar del sol abrasador. La experiencia nos invitó a tratar con dignidad a las mujeres y a las niñas. Todos coreábamos: «Detén la violencia», que resonó en toda la muchedumbre hasta que lo sentimos en lo más profundo de nuestros corazones.
Nuestro color del día fue el morado. El morado representa la reconciliación, la sanación, ser solidaria/o con todas las mujeres y con quienes hayan sufrido violencia de un modo u otro.
Nuestros niños del orfanato San Juan Bosco se unieron a la marcha, porque debemos inculcarles la importancia de amar, cuidar y respetar a las mujeres y niñas.