En los últimos cuarentaitrés años, las/los voluntarias y voluntarios de la Misericordia han caminado con las personas marginadas de nuestra sociedad. A través de su labor en educación, cuidado de salud y servicios sociales, las/os voluntarias/os de la Misericordia se comprometen a oír las historias de las personas marginadas, ayudándoles a amplificar sus voces y abogando a su favor de innumerables formas. Sus ejemplos nos ofrecen modos sencillos donde también podemos encarnar la misericordia.
Escuchar
Una de las primeras cosas que las/os voluntarias/os de la Misericordia aprenden en sus lugares de servicio es oír las historias poderosas de las personas marginadas. Ben Dylik que sirvió en la Clínica Cabrini en Detroit, Michigan dice que lucha con las conversaciones sobre quien «merece» derechos y bienestar social. «El teólogo de la liberación, Padre peruano Gustavo Gutiérrez, dijo «Dices que te preocupas por los pobres, y luego me preguntas ¿cuáles son sus nombres?’ Con esta cita en mi corazón, la usé en mi año de servicio para hablar y comprender a los pacientes excepcionales que vienen a mi lugar de servicio», dice Ben.
Por medio de estas conversaciones, Ben aprendió cómo la ineficiencia del transporte público afecta la capacidad de las personas a las que el Centro sirve para llegar a las citas médicas, y cómo el temor a ICE (Agencia de Aduanas e Inmigración) juega un papel importante en la salud mental y la ansiedad.
Con solo escuchar la historia de las personas, tú puedes también darles una voz.
Experimentar
Vivir en solidaridad con las personas empobrecidas y marginadas hace posible que voluntarias y voluntarios experimenten realmente la realidad diaria de las personas de su comunidad. La voluntaria de la Misericordia Megan Petersen escribe sobre su experiencia como voluntaria en Guyana, Sudamérica, «Ser extranjera se convierte en tu nuevo segundo nombre. Es una experiencia de humildad increíble cuando tienes que aprender a confiar en tu instinto y en la hospitalidad de extraños a tu rededor».
Ella reflexiona sobre su tiempo de servicio en Mercy Wings Vocational Center con jóvenes adultos que han pasado desapercibidos en el sistema educativo tradicional. Megan se siente humilde ante la hospitalidad extendida a ella en un nuevo país. Ella dice que aprender a ponerse en el lugar de sus estudiantes le ha enseñado a comprender mejor en sus experiencias y creado una sensación de vulnerabilidad entre sus estudiantes.
«Estos pequeños momentos compartidos de aprendizaje mutuo y risas se han vuelto mis momentos favoritos de Guyana». Es una experiencia maravillosa que a veces colma mi paciencia, pero más que todo ha fortalecido mi alma».
Dedicar tiempo para experimentar lo que es ser extranjera u otra cosa nos permite comprender plenamente a las personas que nos rodean.
Reconocer
Servir a las poblaciones sin hogar en Faithful Fools en San Francisco, California brinda la oportunidad única de reconocer el valor que posee cada persona. La voluntaria de la Misericordia Jolie Slater escribe «La declaración de la misión de Faithful Fools va conmigo: Reconocer el increíble valor de cada ser humano siendo conscientes de nuestros propios prejuicios. Faithful Foods llega a las personas destruyendo los mitos que tenemos sobre aquellos que viven en la pobreza…». Ella continúa, «En sólo unos meses mis ojos se han abierto y mi corazón se ha ensanchado a medida que comprendo mejor la realidad de aquellos que llaman Tenderloin (San Francisco) su hogar».
Al reconocer el valor de cada persona, podemos decir «Te veo, y tú importas» sin tener en cuenta la falta de hogar, la adicción, el estado migratorio, o la barrera social.
Defender
La voluntaria de la Misericordia Mary Kate Masterson sirve como defensora de la abolición de la pena de muerte con Witness to Innocence (Testimonio a la Inocencia) en Filadelfia, Pensilvania. Durante el Día Mundial contra la Pena de Muerte en Washington D.C., ella escribió: «Escuché cómo las personas compartieron sus historias de trabajar por años para impedir la ejecución de las personas condenadas a muerte, sólo para presenciar su ejecución y sentir que el trabajo realizado no valió la pena. Estas historias estuvieron llenas de tanto dolor que muchas veces no pude contener las lágrimas».
Mary Kate expresó que, si bien estas conversaciones le hicieron arder su corazón, la defensa tiene que ver con las pequeñas tareas cotidianas. «Las ejecuciones se detienen una apelación a la vez. La pena de muerte se abolió un Estado a la vez», dice. «Nos aferramos a la pasión y los pequeños momentos de respetar la dignidad humana y el derecho a la vida de cada persona».
Es a través de las actividades de defensa de la justicia, como firmando peticiones de apelación, que estos pequeños cambios son posibles.
Invitar
Muy a menudo las personas marginadas se sienten fuera de la comunidad y esperan una simple invitación. Por medio de las acciones intencionales, podemos crear espacios más inclusivos. Louisa Keenan, quien sirve como voluntaria con inmigrantes y refugiados en Pittsburgh, Pensilvania escribe «Como administradora de casos me ocupo de todo, desde la búsqueda de apartamentos y la orientación del transporte público hasta la programación de citas. Ella pasa mucho tiempo de espera también en las oficinas gubernamentales.
«Mi tarea es asegurar que los refugiados se sientan empoderados y acogidos cuando los llevo a la comunidad, creando espacios donde las personas marginadas se sienten acogidas, seguras y que pertenecen. Es un espacio lleno de experiencias, estilos de vida y tradiciones diversas».
Es por medio de esta creación de relaciones intencionales, una pequeña conversación a la vez, que surgen grandes comunidades.
Escuchar, experimentar, reconocer, defender e invitar a una persona es encarnar la misericordia. Encontrar espacios para conversaciones intencionales, firmar una petición o preguntarle a la persona que vive en la calle cómo le está yendo, son sólo algunas de las pequeñas maneras en que podemos extender la bondad hoy.