Por Amy Westphal, empleada de ARISE
Recientemente, leí un ensayo de Jon Sobrino, Hna. de Loreto («La Iglesia Samaritana y el Principio de Misericordia», en The Way of Mercy). Ella narra que la Misericordia no es un sentimiento; es una acción. Aunque la misericordia es una re-acción al sufrimiento, también debe ser transformadora. Todos los sufrimientos del ser humano meritan respeto absoluto y exigen una respuesta.
Basada en el carisma de la Misericordia, ARISE, un programa que fomenta el desarrollo personal y el empoderamiento de la comunidad inmigrante, da testimonio de la realidad diaria de los niños que son separados de sus familias.
Aquí en la frontera hay muchas situaciones que suceden simultáneamente. Los medios de comunicación han compartido historias e imágenes de la separación de los niños de sus padres debido a los procesos de inmigración de los EE.UU. Esto ha afectado a las personas que recientemente cruzaron la frontera de los EE.UU. y que están siendo acusados bajo la política de «tolerancia cero». Los padres están enfrentando juicios masivos sin poder reunir pruebas en apoyo de sus casos. Los centros de detención e instalaciones de internamiento están cerrados al público. Las personas a quienes servimos directamente en ARISE no han enfrentado este acto inhumano; sin embargo, algunas familias en la frontera viven diariamente el temor de ser deportadas y separadas de sus hijos o padres.
La Misericordia es una acción. Cuando no podemos actuar a través de los servicios directos, actuamos a través de la defensa. Nuestra re-acción al sufrimiento debe ser transformadora; por ello, imaginamos un mundo donde no hay fronteras y la dignidad humana es una prioridad, no una comodidad. Esta re-acción transformadora invoca un estado de resistencia a cualquier poder que sea contrario a la misericordia y exclusivo. Debemos imaginar una vida humana dentro de los países donde las personas están huyendo, como también con los lugares donde acogemos a los inmigrantes.
La acción transformadora empieza identificando los valores que guían tu vida. No importa tu fe, si diriges tu vida hacia un Dios de amor, entonces ¿cómo tus decisiones diarias cultivan un reflejo de este Dios de amor? ¿Qué disciplina tienes en tu práctica que deconstruye lo que enfrentas y te ayude a decidir cómo encarnarás una cultura de resistencia? Cuando preguntas «¿Qué puedo hacer?» permite que tu respuesta cultive primero un habilidad de resistencia dentro de ti. En segundo lugar, permite que la voz y acción te ayuden a visualizar un mundo mejor; un ejemplo de esto podría ser contactar a los funcionarios políticos. Y en tercero lugar, permítele animar a cualquier comunidad de tu entorno (lugar de empleo, vecindario u otros espacios habitables, iglesia, cualquier grupo con el que te reúnes) a encarnar una cultura de misericordia y amor. «La misericordia ensancha nuestros corazones; también llena de misericordias los espacios que nos rodean. La misericordia se convierte en el espacio en el que vivimos» (Hermana Elaine M. Prevallet, Hna. de Loreto).
Además de ser parte del personal de ARISE, Amy Westphal ingresará a las Hermanas de la Misericordia en agosto.