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¿Cuándo aprenderemos? Una reflexión sobre el bombardeo de Sri Lanka

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Por Hermana Karen Donahue

Como muchos, me desperté el domingo de Pascua con las noticias horribles de Sri Lanka. En ese momento, cerca de 200 personas fueron asesinadas en una serie de bombardeos en las iglesias y hoteles de lujo dentro y fuera de la ciudad capital de Colombo. En los próximos días, el número de muertos aumentaría a más de 350 personas. Afortunadamente ese número ha sido revisado y bajó a 253.

Casos de violencia masiva como el que se llevó a cabo en Sri Lanka el domingo de Pascua se han vuelto muy comunes en nuestro mundo. A veces temo que me estoy volviendo inmune a ellos. El golpe inicial y la tristeza por la pérdida de vidas se desvanece rápidamente y vuelvo a la normalidad. Solo piensa en Noruega (julio de 2011), Sandy Hook (diciembre de 2012), París (noviembre de 2015), Orlando (junio de 2016) y Parkland (febrero de 2018), por nombrar solo algunos. La lista continúa. Si bien estos eventos captan la atención mundial, cada día se cometen innumerables actos de violencia en los hogares, lugares de negocios, espacios públicos y zonas de conflicto en cada continente.

Lucho por comprender esta realidad. (Quizá sea un ejercicio inútil, ya que no hay nada sensato o justificable acerca de la violencia). Pero aun así, tengo un profundo deseo de llegar a la raíz de este flagelo global que parece estar aumentando y está causando mucho sufrimiento, y parece no acabar.

Si bien algunos de estos actos se han llevado a cabo por personas con problemas mentales y emocionales muy arraigados, un elemento común en ellos es el miedo/odio al otro —aquellos de otras identidades o creencias religiosas, raciales, étnicas, nacionales, sociales o políticas—. El joven de Noruega vio como amenaza a los estudiantes que adoptaron el socialismo democrático. El tirador de Christchurch, Nueva Zelandia, estaba motivado por el nacionalismo blanco. Los religiosos fundamentalistas, sin importar su credo, ven a los seguidores de otras tradiciones de fe como heréticos e infieles.

No violencia, polarización y unidad.

Estamos viviendo en un mundo cada vez más polarizado en el que profundas diferencias de una amplia gama de temas pueden provocar confrontaciones violentas. Hemos visto supremacistas blancos marchando por las calles de Charlottesville, Virginia, y autonombrados grupos de milicia tomar la ley en sus propias manos en la frontera de México y los Estados Unidos. Los jóvenes de color continúan afrontando la violencia de manos de los policías en las calles de los Estados Unidos. Existen condiciones similares en los países de todo el mundo.

¿Cómo responder? La declaración de nuestro Renovado Compromiso del Capítulo 2017, Llamadas a una Nueva Conciencia, nos reta a mirar nuestros Asuntos Críticos a través de la lente de la no violencia. Un modo sería profundizar en la comprensión de que todos somos uno. Aquí, nuestro trabajo contra el racismo adquiere un significado adicional al abordar la supremacía y el privilegio blancos, que crean un abismo entre las personas y niegan nuestra humanidad común.

Hace solo unos días, el país recordó el 20° aniversario del tiroteo en la Escuela Secundaria de Columbine en Colorado, que dejó 14 muertos, incluso a dos autores de éste. Lo que menos imaginábamos 20 años después, en vez de ser una anomalía trágica, es que los eventos como el de Columbine serían casos comunes. Me temo que los bombardeos en Sri Lanka serán una cosa más en la ya larga línea de tragedias de las que parece nunca aprendemos la lección.


Únete a nosotras para apoyar a Sri Lanka con Hombro a Hombro, nuestra organización socia, que busca terminar con la violencia y promover la justicia y la inclusión para todos.